Otto y el cielo de hojalata
Otto ya de bebé percibía el mundo
de forma muy particular. Allí donde su madre veía una sencilla flor, el sentía
su aleteo al acercarse a contemplarla. Rodeado de un mundo diferente, a falta
de amigos con los que jugar, su mente fue guía, compañera y amiga.
Otto vivía en un pequeño
poblado de tan sólo tres casas. Una estaba deshabitada y abandonada,
en otra vivían un par de ancianos y la casa donde Otto vivía con sus padres.
Su padre trabajaba cuidando un
rebaño de unas cien ovejas y salía de casa muy temprano. Otto apenas
conocía su voz. Su madre se ocupaba de atender sus necesidades, además de
cuidar una pequeña granja en la parte trasera de la casa.
Otto estaba siempre hablando
consigo mismo, su mente estaba muy ocupada y cuando hablaba era muy poco, lo
estrictamente necesario con su madre. Allí era el único niño, así que su
creatividad fue creciendo siendo su mejor aliada.
La escuela
Otto debía recorrer un largo
camino de tierra que le conducía a la escuela más cercana. Allí
llegó el primer día con su madre, pero el resto de días iría solo por un camino
silencioso, junto al despertar de aves y árboles, al que se unía el llanto
de lobos.
Lo primero que descubrió a la
salida de casa en su segundo día de escuela fue, que sus pasos eran seguidos
por pequeñas luces, que, a modo de velas, iluminaban el camino. No conocía sus
nombres, pero su mente trazó un bosque nocturno iluminado y se dejó guiar
seguro y respaldado. Empezó a desear estar junto a ellas, formar parte de la
bella cúpula estrellada. Pensaba que quizás algún día pudiera estar alto, muy
alto para iluminar y guiar su pequeña aldea.
Su primer día de escuela
Otto sintió que el mundo se había
roto. Todo nuevo, todo diferente, tantos niños para poder jugar y ver tanta
gente provocan un duro golpe a soñar despierto.
Una vez empieza la profesora a
darles las primeras pautas de clase, vuelve a sus recuerdos y sin recordar que
está en la escuela, comienza a imaginar cómo estar en el firmamento.
Otto acude todos los días a la
escuela, pero le cuesta prestar atención, se olvida que está en clase, fija día
tras día su mirada al cielo. ¡Otto! ¡Otto! Le grita la profesora, no estás
aquí: Haber, dime ¿qué estás mirando? y él se asusta de verse ser el centro de
burlas, risitas y codazos.
Sueños y anhelos
Otto cuando llega la noche,
piensa en las luces del sendero. Se despierta a la mañana y sin saber cómo,
descubre que mientras estuvo soñando sus manos anduvieron ocupadas ya que hay
en el suelo una bella cometa de papel y las hojas utilizadas pertenecen a uno
de sus cuadernos.
Un día en clase la profesora,
habla de inventos que vuelan, de metales que cubren los cielos. Son aparatos
usados para el descubrimiento, dejaron de ser útiles para el espacio y se les
deja abandonados en el firmamento. Otto despierta de su letargo, le llama
la atención y con sus sentidos alerta finalmente se le escapa la pregunta “que
metal es el que está cubriendo el cielo”. La profesora no desea alargar la
clase y termina la posible sucesión de preguntas ante las risitas de los
compañeros y le responde, “son de hojalata”. Hay un arranque de burlas hacia
Otto. Es la primera vez que escucha, la primera vez que pregunta y la respuesta
de la profesora y burlas en clase frenan su curiosa necesidad a conocer de
cerca un cielo de chapa plateado.
Otto no quiere ver destruidas las
luces que le guían y dan fortaleza a sus pocos años. Duerme y sueña limpiar el
espacio.
A la mañana siguiente su madre al
despertarle tropieza con un trasto y le pregunta ¿de quién es el juguete de
lata que hay en el suelo? Otto no comprende lo que su madre dice y no responde,
da un brinco y baja rápido de la cama. Sus menudos ojos se deslumbran al ver
una cometa grande que emite bellos destellos. La observa, la ve preciosa.
Finalmente piensa que no servirá para volar porque está hecha de metal.
Piensa…y cree que pudiera ser él quien en sueños tejiera la hojalata, pero
entre dudas, no lo cree posible pues sus pequeñas manos no tienen suficiente
destreza para moldearla.
Otto va a la escuela y es objeto
de atención. Arrastra orgulloso su hermosa ave de enormes alas
siendo motivo de tumulto y alboroto de todos sus compañeros y Otto
rodeado, por la multitud que desean ver y tocar su radiante trasto le
preguntan ¿de quién es la cometa? y Otto sonrojado dice tímidamente, sin
levantar apenas la voz que la ha hecho él. No puede decir que la encontró al
despertar de su sueño y oye achuches y burlas “Otto mentiroso”, tu no has hecho
esta cometa y además los metales no vuelan ¿de qué te sirve el aparato?
Llega la profesora y tira por la
ventana la cometa. No entiende de donde ni como ha conseguido un juguete
inútil pero muy bien realizado. Otto con fuerte dolor observa la cruel mirada
de la profesora que da por concluido el alboroto y comenzar las clases.
Otto sale de la escuela
disparado, desea evitar que se la quiten o destruyan, pero sus compañeros al
verlo correr se adelantan, pero antes de que lleguen a tocarla la cometa alza
el vuelo y comienza a elevarse. Otto al ver que no puede alcanzarla siente un
fuerte dolor de tripas mientras que sus compañeros atónitos miran la cometa
serpenteando entre los cielos. Y como si tuviera vida, cuando Otto sofocado por
lo ocurrido decide tomar el camino de vuelta al poblado la cometa cae junto a
él y van juntos a casa volando.
Al día siguiente la profesora
habla antes de iniciar la clase del asunto y refiere explique Otto el origen de
su artefacto y le pide salir al escenario. Otto no sabe que contestar pues esa
misma noche en sueños, sus manos tejieron un hermoso avión de hojalata,
así que se limita a sonreír porque no entiende nada. Tampoco puede decir lo que
le pasa porque se burlarían de él. Al cabo de varios minutos su cara está roja,
es el centro de ojos burlones, así que sale del apuro y corre al asiento de clase
"bueno... vemos que guarda celosamente a su artesano" responde
la profesora; cree incapaz a un niño de crear tales juguetes.
Otto sigue soñando y cada mañana
trae consigo un nuevo chirimbolo. Su madre no comprende, la habitación de Otto
está repleta de chapas artesanas que surgen de la noche a la mañana en forma de
mágicos juguetes.
La ausencia
La madre de Otto acude como cada
mañana temprano, tropieza, tiene que ir apartando para acercarse a despertarlo,
su cuarto está repleto, no caben más peleles. Otto no duerme ni está en su
habitación. La madre, cree que pudiera haberse levantado antes y lo busca en
casa y alrededores. Angustiada espera la llegada del padre, piensa que si no
está con ella pudiera haberse ido temprano con él...pero regresa a la noche
solo, vio por última vez a Otto en penumbra dormitando.
Dan parte del suceso a las
autoridades del pueblo donde está el colegio. En su búsqueda acude todo el
pueblo, buscan a Otto y sus sueños. Al acercarse al colegio quedan
sorprendidos al ver que las aulas emiten bellos destellos que
manan cientos de juguetes de mineral plateado.
El director del colegio no sale
de su asombro, llama a su profesora para conocer el carácter y comportamiento
de Otto, para saber dónde encontrarlo. Pero Otto no aparece. Cuando sus padres
regresan a casa destrozados entran a su habitación y la encuentran vacía de
latas, cometas y artefactos.
Los juguetes del colegio quedan a
la espera de que alguien aclare su origen y reclame, pero al pasar el tiempo
son los niños quienes hacen uso de los sueños de un niño que anduvo en clase
poco tiempo y dejó simientes para que pudieran alcanzar el mundo de los sueños.
Pasa el tiempo y la ausencia de
Otto está presente.
Un día surge un comunicado: No
sabemos qué ha pasado ni cómo se ha producido, pero todos los satélites y
materiales que bordeaban la tierra han desaparecido. Hemos contrastado los
datos antes de dar la noticia: el cielo que cubre la tierra está limpio de
artilugios y metales. Además, hay otra noticia curiosa: Pilotos de varias
líneas aéreas de diferentes países han visto a un niño pasear por la
bóveda celeste. Dicen que por las noches ven al niño de las cometas
acunado en una estrella, deslizando su luz hacia caminos, poblados
y menudas aldeas.
Además, hay otra noticia
curiosa: Pilotos de varias líneas aéreas de diferentes países han visto a un
niño pasear por la bóveda celeste. Dicen que por las noches ven al
niño de las cometas acunado en una estrella, deslizando su luz hacia caminos,
poblados y menudas aldeas.