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sábado, 31 de marzo de 2012

Ana.



 
Hacía más de dos años que no tenía noticias de Ana, una entrañable amiga. Nos conocimos preparando oposición con el objeto de obtener una plaza fija como  funcionarias del estado.  Enseguida nos unió  fuerte amistad. Durante el trayecto de mi vida,  dos personas  he conocido que tomaran apuntes de clase con arte, rapidez y destreza. Daba gusto ver sus apuntes…a diferencia de los del resto de la clase. Finalmente copiábamos sus apuntes toda la clase porque además de tomar cada punto y coma los resumía, de manera que evitaba el resumen final que todo alumno realiza para poder engullir la barbaridad de temas de estudio para tal fin.  
Con licenciaturas de Antropología,  Filología  y Filosofía y Letras optaba al igual que miles de personas a tener una estabilidad económica aparcando sus estudios por la Ley de incompatibilidades de las administraciones Públicas. La obtención de un puesto de funcionaria significa la exclusividad en tu puesto de trabajo. No siempre es así, pero sí lo es en la mayoría de los funcionarios públicos. Ana siguió estudiando y tanto ella como el resto de  clase hoy son funcionarios.
Como decía, nos conocimos hace mas de  15 años y hacía dos que no sabía nada de ella. Desde que consiguió la plaza su objetivo fue salir y conocer mundo con su actual marido que también obtuvo plaza de funcionario en otra administración del estado. Las vacaciones, puentes y escapadas de fin de semana la empleaban en  viajar y disfrutar para compensar los duros años de estudio. A veces pasaban meses sin podernos ver,  finalmente nos poníamos al día, buscábamos un hueco para hablar y vernos. 
Dos años sin saber de ella era mucho tiempo y la preocupación de saber cómo estaba me llevó su imagen al mundo de los sueños. La vi  ingresada en un hospital. No podía saber con certeza lo que pasaba, pero estaba mal, tenía problemas con un embarazo, vi que era una niña.

A la mañana siguiente como cada despertar, le hablo a mi marido de Ana y le cuento el sueño. Me dice llámala y si no contesta a tu llamada le dejas un mensaje y eso hice una vez que tomé el desayuno.
Aún no hube dejado el escritorio de revisar los correos cuando recibí su llamada.  No quiso decirnos nada para no preocuparnos. Hacía más de un año que intentaban tener  familia.  Dos veces hubo esperanzas y ambos  casos no prosiguieron. Hacía unos días que había perdido a la niña que esperaba. Estaba en reposo tras la vuelta del hospital.   Ana  estaba agotada, desanimada. Perdió la ilusión, pensaba que no quedaban fuerzas, que su cuerpo no las hallaría para una vez más intentarlo de nuevo.

Poco tiempo  después  soñé de nuevo con ella. En la imagen daba de comer a un niño al que distraía con juguetes de papel.  Le llamé por teléfono y le conté de nuevo el sueño. Ella sentía firmemente que no tenía nada que hacer. Le dije, que entendía  su dolor, pero que dejara pasar el tiempo, que había soñado  que tenía familia, vi darle de comer a su retoño.

Para mí fue claro que sería madre, era cuestión de tiempo. Pasaron unos meses,  Ana volvió a quedarse embarazada. Hoy  Ana y Carlos son padres de una hermosa  parejita.