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domingo, 22 de febrero de 2015

Canto de estrellas.




Naufragando en la oscuridad, rodeados de negrura  infinita, anoche, en la Estación Espacial Internacional ISS, sucedió un evento inolvidable. Una odisea, una  locura y a su vez un trance glorioso, acaso… un sibilino delirio.

Cumplida la jornada, el equipo  de seis astronautas que anidan la nave, consumen el último refrigerio confraternizando entre alusiones y risas y, antes de sucumbir al sueño,  evocan añoranzas terrenales deleitando nostalgia, acariciando sentidos hacia el abismo selecto y profundo, izando el espíritu con los Conciertos de Brandemburgo de J. S. Bach.

Con la genial idea de compartir su gloria, maximizan y expanden el volumen  hacia la órbita terrestre, enalteciendo la obra de J. S. Bach al vasto infinito.

Ocurrió casi al instante, algo sucedió que no pudieron explicar. Fue como si la energía y materia oscura que expande, nutre e impregna al cosmos, cobrara vida.
El glacial externo de la nave se sintió cuajada de deliciosas formas, y como entumecido, como si un titán despertara tras largo letargo, dócilmente arropó la estación de escurridizas algas sacudiendo sumiso leves sacudidas.

Mientras esto sucedía, la tripulación desde el interior siente estar fuera, como si estuvieran realizando paseo espacial sin trajes que les proteja vislumbrando entes de diferentes formas, que impactados escuchan sensibles al abrigo de iluminadas esferas, la capacidad y creatividad de sentidos y sentimientos evolucionados por los seres de la tierra.

Fuera de la nave infinidad de luciérnagas de diferentes cuerpos y extrañas formas rodean la ISS de inmenso albor eludiendo vislumbrar  y ensamblar equipos, bloqueando satélites y total comunicación con la azulada esfera…y entre vasta y solemne oscuridad desde el centro de control y seguimiento de la tierra se oye fluir la armonía de J.S. Bach.

Cuando la música cesó, todo parecía volver a la normalidad, pero tan pronto quisieron hablar, para conocer si cada uno había sufrido la misma experiencia, se dieron cuenta que en quietud, se hallaban todos dentro de cada uno. Sintieron ser un solo ser, sentían el latido de un solo corazón, y sintieron el poder del intelecto agrupados en una sola mente.


Al unísono, la primera impresión fue como si la materia y energía intocable e invisible pudiera aflorar como respuesta a estímulos musicales, materia y energía ocultas que se manifiesta viva ante estímulos auditivos y neuronales… ¿cómo es posible que algo que no se puede ver, tocar, sentir, sin forma física que lo defina ni lo componga, carente de sentidos, responda y vibre como si tuviera inteligencia?