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miércoles, 11 de julio de 2012

Premonición de los sueños.



Habrán pasado  cuatro, quizás cinco años, era Domingo. Por lo general el día festivo es para  salir, respirar  aire fresco, el  mismo que horas antes exhaló y respiró  el verde suelo que cubre montes y cielo. Eso era al menos nuestra pretensión aunque después según  circunstancias vas haciendo.

Al despertar, sin habernos levantado le resumo el sueño. Era tan reciente y tan breve que se lo conté entero.

Mira…nos hemos visto perdidos, sin saber a dónde íbamos. Después  vi que estábamos sentados en casa de alguien conocido, su voz masculina me resultaba familiar, pero no puedo recordar donde estábamos, ni su rostro, ni si había alguien más, sólo sé que su voz dijo: ¡Tu padre ha muerto!

Dos horas más tarde, ese mismo Domingo,  salíamos a dar una vuelta…y sin saber que pasó "posiblemente  estábamos hablando y no pusimos los ojos donde debíamos" porque nos equivocamos de autovía.

Aprovechando el error, decidimos acercarnos al pueblo, ver a amistades y escasos familiares, vínculos no olvidados.

Primero  visita,  ronda  casa por casa, comer, hablar y dialogando... surgen esas cosas raras, pasa el mundo de los sueños a los hechos. Miguel refiere, ¿qué sabes de tu padre? Contesto que no sé nada desde la última vez que supe de él y contesta: Tu padre ha muerto.

Mi marido que nunca antes había creído en casualidades,  tiene mujer que sueña y acontece. Qué carita puso, aún sonrío cuando la recuerdo. ¿Cómo se puede acertar con los sueños?

Después, por último, antes de partir queda vagar por los recuerdos y realizar el mismo paseo que tantas veces me llevara a la Iglesia, que está en el centro de la plaza del pueblo. Recuerdo ir vestida de fina seda verde, hilada por las finas manos de mi abuela, para ir a Misa Domingos y días de fiesta.

Olfateo  sus calles, antes eran terrosas, ahora las cubre el alquitrán…"me alegra ver en su pulido asfalto bolitas redonditas que dejan los rebaños al volver de su paseo"…!cuanto me alegra ver ovejitas  y cabritas…te dices por tus adentros!, añoro esta tierra de buenas costumbres que  guarda en sus  aires  olores viejos.

La higuera de la carretera que baja al pueblo aún vive, sus  jugosos higos se deben a la soledad que agudizó su esencia para no sentirse sola, cautivando a viandantes con el néctar de sus frutos. Guarda aroma dulce y en su base de tierra hay sonata de zumbidos, insectos borrachos empalados de jugo. También es menú de gorriones y otras aves que acuden  a la fresca, cuando no aprieta el calor, para alimentar las hambrientas bocas de sus nidos.


!Cuanto echo de menos el pueblo!.Si pudiera, compraría la casa de los abuelos…pagaría cualquier precio. Ahora la habitan seres ajenos !ojalá fueran familia para poder sentarme en su corral y bañarme en un barreño! Tendría animales, los mismos que tuvieron los abuelos. Volvería a plantar la pasionaria y rosales blancos y plantaría de nuevo  el melocotonero  que había en el centro. Recuerdo sentir morirme  cuando un verano en vacaciones,  vi serrado su ostentoso cuerpo. DIOS MÍO ¡ABUELOS, QUE HABÉIS HECHO! Era sólo un hermoso melocotonero cargado de olor fresco y frutos de miel que cubrían sus maderos.