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lunes, 21 de febrero de 2011

Humanos diferentes.


Me he encontrado rodeada de personas muy diferentes a nosotros, pero a su vez con grandes similitudes a la raza humana.

He visto parejas. Las madres sujetaban y abrazaban a sus hijos. Me resultaron graciosas las diferencias físicas que veía en ellos, en especial las diferencias de sus retoños.  De pronto tuve un fuerte impulso de risas espontáneas.

Desde lo alto, en los brazos de su madre, un niño de entre uno o dos años me miraba y respondía a mis risas. Supuse entonces que él se reiría de verme reír…quizás se riera al contemplar al igual que yo las diferencias que nos separaban.

Era diferente a los humanos conocidos,  pero me pareció guapo.

Constitucionalmente era como nosotros: cabeza, tronco y extremidades. Lo que provocó en mí el ataque de risa fueron aspectos  como el color de su piel, el color de su pelo y sus ojos.

Su piel era grisácea, tenía el cabello de color verde manzana y los ojos amarillos. La combinación de los diferentes tonos me resultó agradable a la vista.

Supuse que también le resultaría curiosa mi imagen porque el niño no paraba de mirarme y reír desde los brazos de su madre.  Al rato deseó venir a mis brazos y yo alargué los míos para abrazarlo. 

Cuando lo tuve en mis brazos, el se dejó besar. Sentí su piel totalmente fría. Fue al besarlo cuando el niño percibió las diferencias físicas entre ambos. El calor de mi tacto le resultaría extraño al igual que yo sintiera la frialdad de su tacto como si tuviera en mis brazos a una especie de sangre fría. Quiso enseguida acudir de nuevo al amparo de su madre.


Pensé que no eran tantas las diferencias entre nosotros, al menos físicas y supuse que los cambios de  piel gris, cabello verde y ojos amarillos se debían a vivir en un medio diferente al nuestro.