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viernes, 15 de abril de 2011

Brotes de libertad.

       
Al permitirme ser árbol y sentir de manera onírica la magnitud de tu osamenta, sentí envidia por el sutil sentimiento que tu tronco ostenta. 

Percibí la jactancia de tu orgullo al placer de advertirnos. Creímos no ser observados, que nuestros rápidos andares, eran al igual que el polvo que arrastra el viento… pasajero.

Por instantes sentí pena al ver que las ramas ignoran que  no pueden migrar, no saben que son brotes de ti mismo, brotes de lucha, brotes de libertad.
Crecen tiernamente de manera silenciosa con bostezos matinales, que esperas como padre cada amanecer. Aprovechan tu debilidad y con fingido baile provocador cabalgan al unísono del aire, trotando, subiendo, soñando escapar de ti.

Al percibir gran tumulto y arranque de tantos brotes tiernos en tu tronco,  embobado las permites subir al firmamento.  En su evasión se dan cuenta que no pueden ir más allá del largo de tus raíces.


Su huida en alcanzar el cielo, proporciona grata sombra que refresca la tierra que cubre tu interior y entonces recibes de ellas abrazos de multitud de pequeñitas hojas rojas, de brote tierno y un sinfín de flores que dan vestidura hermosa  a vuestra imagen perfumada.