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domingo, 27 de marzo de 2011

La limpia mirada de una niña. (Experiencia vivida).


Hace años, realizaba de manera frecuente viajes en tren de corto recorrido. Viajaba desde Barcelona hacia la comarca de Osona. En uno de los viajes, coincidí en el frontal del asiento con una familia de latinos. Dos niños de corta edad acompañaban  a sus padres.

El viaje hacia su  trayecto bordeando sus helados y bellos bosques. Acompañada del un libro, cuya lectura interrumpía  para absorber la fragancia  y contemplar el paisaje.

Sentada frente a mi, una niña pequeña, morena de ojos oscuros, “no tendría más de cuatro, quizás cinco años”, no dejaba de mirarme. Me vi  cautivada por esta criatura. No sé qué pasó, jamás tuve una experiencia así. Casi dos horas de viaje, aferradas, sin poder apartar  ambas nuestra mirada.

No  respondió a los abrazos y caricias de su madre, ni respondió a lo intentos del padre. Tampoco prestó atención alguna al  hermano que de vez en cuando la zarandeaba para romper su hechizo.

La madre la sentó en sus rodillas, su padre la hablaba,   pero ella como si estuviera sola, siguió fija a mi mirada. 

Cuando la recuerdo, me pregunto qué es lo que la niña pudiera haber visto para estar en su corta edad quieta, callada, aferrada.


Recuerdo que me sentí presa de algo que no puedo explicar. Es como si la niña tuviera la capacidad de transportarme al infinito.