Anoche vi cientos de
zapatos raídos, añejos, diferentes por edad y sexo. Agrupados sin casar
formaban alta montaña de calzados viejos. Comprendí que aquellos pasos
vividos, ahora son olvido, huellas de los que ya partieron.
Tierra y polvo de
camino sujeto al paso erguido, dejan entrever aquellos años, un recuerdo,
pegado a la suela del olvido. Es polvo terrenal, sendero etéreo y fugaz de
elementos que dieron forma y movimiento a lo vivido.
Entre ellos, vislumbro un
par de botines nuevos. Alguien se apresuró a partir sin cubrir sus pies
desnudos. Cuando intento alcanzarlos, los cordones rompen su unión de hechizo y
queda uno disponible para poder llevarlo conmigo, pero no puedo cogerlo, no me
serviría solo uno.