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domingo, 26 de febrero de 2023

Cuéntame un cuento IV

Hoy al levantarme le pedí de nuevo a mi marido "regálame un cuento" y en unos minutos redactó:

ANTIESQUIZOFRENIA

 

O sueño o fabulo. O sueño que fabulo. O fabulo que sueño.

Pero no puedo imaginar la sonrisa de un gato colgada en el aire, mientras el gato corre y desaparece.

Lo que veo es un perro, correteando cerca de mí, aunque no tengo perro.

Es un perro con su cabeza, orejas y cola, al que le falta el tronco y las extremidades.

O no los tiene, o si los tiene no los veo.

Si no los tiene, eso confirma que el vacío prevalece y se impone a la materia.

Si los tiene y no los veo se ha de deber al conocido fenómeno de que absorben y no reflejan la luz.

Pero me intriga la manera de cómo los impulsos eléctricos y químicos de su cerebro hacen que se mueva su rabo.

Aunque mejor pensado nada impide que las instrucciones cerebrales se propaguen en el vacío.

Deslizo mi mano por el espacio donde se supone se encuentra el tronco del perro y no encuentro resistencia. Ello no prueba que no exista materia, porque ésta puede ser tan porosa que no ofrezca resistencia.

La permeabilidad es más común en Física que la resistencia.

Y eso sin acudir a consideraciones de tipo metafísico y teológico.

El perro, solo cabeza y rabo puede ser la idea-forma platónica de perro en proceso de construcción.

O también puede ser el prototipo de perro en la mente divina todopoderosa, procediendo la existencia a la esencia como el rayo antecede al trueno, siendo el mismo fenómeno.

Pero el mundo es anodino y si encuentras a un unicornio te obligarán a que le sierres el cuerno para que se asemeje a un caballo.

A mí, cuando me obligan la tomar medicación para la esquizofrenia, me desaparecen estas elucubraciones y entonces veo perros de cuerpo entero que sólo saben aullar.