Introducción
En este relato atemporal, lo onírico se funde con la lucidez de una conciencia crítica que observa el mundo con ojos adultos y alma de niña. A través de un diálogo invisible con una voz que trasciende el plano terrenal, la autora nos invita a reflexionar sobre el destino de la humanidad, los sueños incumplidos, y la posibilidad de otros mundos donde florecer sin límites. La quimera de los deseos no es sólo una fantasía: es un espejo cósmico donde se reflejan los miedos, las esperanzas, y la luz vibrante de quienes aún creen que algo más es posible.
La quimera de los deseos
Hoy, en mi sueño hablé con un
ser invisible. Le expresaba mi dolor al presenciar día a día el mundo que hemos
modelado, angustiada por el tormento que le hemos causado.
Mostré también el temor a que
el planeta Tierra sufriera de manera inesperada una catástrofe de grandes
proporciones. Nuestros dirigentes… ¿qué comportamiento tomarían hacia la
población ante tal evento? ¿Cuál sería mi reacción—cómo respondería? Carecería
de sentido salir, huir; además, no habría lugar seguro donde resguardarse y, si
lo hubiere… ¿dónde se encuentra ese lugar? ¿Acaso ciudades y pueblos están
preparados para proteger y abastecer por décadas a millones de ciudadanos? La
estampida de sujetos saliendo de sus hogares, ¿qué sentido tendría? Entonces,
si no hay defensa, refugio, seguridad ni salvación porque el mundo agoniza… ¿a
dónde vamos corriendo—a qué tanta prisa?
La rápida evolución generó en
los humanos prepotencia, actuando con frialdad. Arrogantes e indolentes,
minimizaron riesgos y desoyeron los clamores de auxilio de la naturaleza,
priorizando “la quimera del bienestar”. Tras siglos de ignorar los daños de su
ecosistema, herida y desatada se hace ver y oír con violencia.
Sería un impacto tremendo. En
cuestión de segundos, sin poder evitarlo, el terror desbordará la jaula sellada
de nuestro pecho y dejará volar veladas añoranzas y efímeros recuerdos. Pero ya
será tarde para todo, porque para entonces, el tiempo será impalpable, no
ocupará lugar; y una vez más, volveremos a ser elementos, sin restos, recuerdos
ni gloria para nuestra madre tierra.
Cuando llegue el momento,
ante el pánico generado, ¿cómo reaccionaré? Quedarme en casa sería lo deseable
y más acertado, pero los grandes desastres se presentan de manera aplastante,
sin avisar, y de un certero golpe… ¡ZAS! Estaremos solos en absoluta oscuridad
y, sin mediarlo ni poder evitarlo, ocuparemos el único asiento en gran sala
para ver de manera veloz aquellos momentos, rostros y actos que más calaron en
nuestra vida. Vacíos e inmersos ante la inminente catástrofe, seremos público y
actor de nuestro pasado y nuestro propio exterminio.
Y su voz varonil responde…
Cuando llegue el día, centra y dirige tu mirada al punto de luz más potente
cuya fuerza veas que te ciegue. Sentirás navegar a través de la luz; no cierres
los ojos. Al poco tiempo, esa luz cegadora irá dejando paso a la oscuridad y
entonces comenzarás a distinguir. Visualizarás lo no visible a la percepción
humana. Entre millones de universos, verás enjambres de iluminadas esferas: es
la luz de la oscuridad, como si te hallaras en un tenebroso bosque iluminado de
luciérnagas.
Un grupo de universos se
aproximará a ti en situación vertical, rozando sus polos. Son universos donde,
en sus millones de galaxias, existen planetas que contienen idénticas
características a las de la Tierra, y en esos planetas también te encuentras
tú. Los universos son tan vastos que la naturaleza realiza réplicas, copias
exactas.
Mira—responde—la reproducción
exacta de seres vivos se origina en mundos donde coinciden un grupo de
casualidades: hallarse en zona habitable, mismos componentes acuáticos y
terrosos, la misma composición de gases en su atmósfera, con la coincidencia
precisa de los mismos elementos físicos, igual que en la Tierra. En los
universos que ves frente a ti, existen millones de galaxias donde hay millones
de planetas donde la naturaleza replica de manera minuciosa al mismo ser. Al
encontrarse en mundos diferentes, en cada uno el desarrollo y evolución toman
caminos distintos: son identidades biológicas idénticas con diferentes
destinos.
La extinción, replicación y
renovación es constante en el cosmos.
Entonces una de las bolas que
formaban el pilar se desplazó, salió del grupo y se aproximó hacia mí, y de
nuevo, su voz masculina habló: ahora podrás ver una versión de ti, te verás en
otro mundo… y de súbito, me hallé en otro lugar.
Transparentes y mullidas
nubes bajaban a acariciar las siembras mientras su distante estrella gigante
roja bufaba tibios soplos anaranjados que acunaban vientos puros. Me vi de pie
frente a un extenso campo de flores y sentí al aire, la luz y la suave brisa de
aquella fresca mañana rozar mi piel en mi primera inspiración.
Entonces, me percaté de que
mi talla no correspondía… algo no encajaba. Las flores que me rodeaban
superaban con creces mi estatura. Entonces observé mi cuerpo y quedé paralizada
al verme vestida de niña. Sentí ahogarme, mis latidos cardíacos brincaron al
contemplar que mis diminutos pies vestían calzado infantil. Perpleja, sin
comprender nada, me repetía: “Hace tiempo que pasé esa etapa, soy adulta. ¡Por
Dios! ¿Qué hago vestida como si tuviera tres años?”. Ante la rara expresión y
extrañeza de gestos, oí voces femeninas reír. Un gran grupo de mujeres
recolectaban flores. Me llamó la atención que mi presencia no despertara
sorpresa. Sentí formar parte del grupo y me pregunté: ¿cómo puedo pensar y
razonar como adulta teniendo el cuerpo de una niña?
Y entonces se me escapó la
pregunta… Si hay millones de universos y en cada uno de ellos hay enjambres de
galaxias y en cada galaxia hay miles de millones de estrellas y en cada
estrella puede haber cientos, miles de planetas cuyas condiciones son iguales a
las del planeta Tierra y sus formas de vida se replican… ¿puedo saltar a otro
mundo y ver una copia de mí?
Y responde: la materia de
cada una de las réplicas de cualquier tipo de vida se extingue. Al separarse
materia y energía, queda libre la luz. La energía es luz, la luz es vibración y
la vibración es color. Vosotros acabáis de descubrir la comunión del espín: el
contacto entre partículas idénticas, o contacto entre partículas replicadas, en
las que contactan pese a hallarse ambas separadas de largas distancias. La
llamáis “efecto fantasmal”.
Ahora, en este instante
puedes recordar y volver a tu vida en la Tierra, pero si deseas la oportunidad
de pasar a otro mundo, si quieres dar el salto y vivir otra experiencia, tu
aprendizaje anterior se extinguirá, y en el planeta Tierra quedará liberada tu
estela de luz que migrará buscando su spin en el oscuro universo iluminado por
nimias candelas.
Entonces no recordé mi
anterior vida ni añoré al planeta Tierra. Sentí como si mi pasado no hubiera
existido, como si mi origen formara parte del nuevo mundo. Recuerdo sentir por
un instante un inmenso agradecimiento hacia ese ser al darme la oportunidad de
vivir en un mundo evolucionado en el que se respiraba paz en inmensa calma.
Y al despertar, hablando de
mi sueño a mi marido, le digo:
Perdóname… si alguna vez
tengo la posibilidad de irme con seres de otro mundo, lo haría sin dudar, pese
a saber que tendría terror al contacto inicial. Quisiera tener la oportunidad
de realizar muchas cosas… soy consciente de que ya no podré alcanzarlas en este
mundo.
A ver, responde. Dime: ¿qué
desearías hacer? Las barreras no existen, no son reales, las ponemos nosotros.
¿Qué hubieras deseado hacer y no hayas logrado? Y comienzo mi retahíla de
incumplidos deseos:
Pues te enumero. De todos mis
deseos a realizar, solo he cumplido dos, y siendo adulta.
En otra vida, estudiaría
desde muy niña pintura y escritura para hacerlo mucho mejor. Modelaría,
realizaría esculturas. Estudiaría violín, piano y a tocar el arpa, pues es un
instrumento mágico. Estudiaría varios idiomas. Estudiaría biología vegetal para
tener mayor contacto con las plantas, desentrañar su evolución y, por último,
estudiaría veterinaria y psicología animal para entender su lenguaje y
necesidades.
¿Desearías algo más?
Pues sí, desearía no vivir en
un espacio tan reducido estando rodeada de tantos mundos por conocer.
Desearía viajar, conocer
físicamente planetas junto a entes de otros mundos cuya única propiedad
compartida sea el medio de transporte que facilite vivir y deslizarse por el
cosmos. Conocer, compartir avances y conocimientos adquiridos por entidades de
otros mundos. Poder contemplar las infinitas y maravillosas variedades
genéticas que puedan darse en seres vivos y, especialmente, en el reino
vegetal.
Y como mayor deseo, lograr la
comunión, simpatía y empatía con seres evolucionados de otros mundos.
¡Pero claro! Los sueños,
sueños son. En ellos hay ficción, ilusión… pero, ¿quién sabe? Quizás la
fantasía cobre realidad.