La madrugada
no traía sueño, sino aviso.
París
lloraba en silencio. La Torre, herida.
No era
miedo. Era memoria anticipada.
El cuerpo ya
despierto, pero la imagen aún viva.
No se
desvanecía. Se quedaba.
Como si
esperara ser escrita.
Hay lugares que no necesitan nombre para existir. Este blog es uno de ellos. Un rincón pequeño, casi secreto, donde las palabras se despliegan despacio, sin vértigo ni ruido. Aquí no se espera nada… y por eso todo puede suceder. Relatos, pensamientos, fragmentos del alma: no tienen intención de explicar, solo de acompañar. Si has llegado, tal vez te sientas como en casa. Puedes quedarte cuanto quieras. Este espacio no exige, solo ofrece. Es un camino sin mapas guiado de suave luz.
La madrugada
no traía sueño, sino aviso.
París
lloraba en silencio. La Torre, herida.
No era
miedo. Era memoria anticipada.
El cuerpo ya
despierto, pero la imagen aún viva.
No se
desvanecía. Se quedaba.
Como si
esperara ser escrita.