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miércoles, 3 de septiembre de 2025

Obras en la sombra: ¿quién decide quién merece sobrevivir? Parte (I)

Mientras la NASA desliza advertencias veladas en medio de descubrimientos cósmicos, y en zonas despobladas de EE.UU. se escuchan golpes que responden desde el subsuelo, la pregunta no es si se están construyendo búnkeres. La pregunta es: ¿quiénes serán los elegidos para entrar?

Desde la Guerra Fría, las potencias han cavado bajo tierra. Hoy, ya no se trata de refugios: se habla de ciudades subterráneas autosuficientes, preparadas para resistir catástrofes naturales, nucleares o incluso cósmicas. Pero el silencio institucional no es casual. La protección se vuelve exclusión cuando solo unos pocos —ricos, poderosos, técnicos clave— tienen acceso, mientras el resto queda fuera, sin explicación ni opción.

Y si el futuro depende de 100 personas en un búnker… ¿quién decide quién entra? ¿El más útil? ¿El más rico? ¿El más obediente? ¿El más humano? …pues hagamos un manual practico

 

Manual para no ser elegido en el búnker del fin del mundo

  1. No seas multimillonario: Si tu cuenta no tiene al menos seis ceros, lo sentimos. El apocalipsis no acepta pagos en cómodas cuotas.
  2. Evita tener conocimientos útiles: ¿Sabes cultivar tomates, reparar generadores o curar heridas? Mala suerte. El comité de selección prefiere influencers con seguidores, no agricultores con sentido común.
  3. No tengas empatía: La capacidad de cuidar a otros no es requisito. Lo importante es saber negociar tu espacio en el refugio con un buen abogado.
  4. No preguntes demasiado: Si escuchas golpes desde el subsuelo, ignóralos. Es solo el eco de la democracia cavando su tumba.
  5. No vivas en zona despoblada: Si tu casa tiembla por maquinaria subterránea, no te preocupes. No es un terremoto, es el progreso... pero para otros.

Y recuerda: si la NASA dice “prepárense”, no es para ti. Es para ellos. Tú, mientras tanto, puedes preparar una buena playlist para el fin del mundo. Que al menos suene bien.

 

Obras en la sombra: el club exclusivo del fin del mundo

Mientras tú buscas ofertas en el supermercado, otros ya están bajo tierra, construyendo su spa apocalíptico. No es ciencia ficción: son búnkeres de lujo, ciudades subterráneas autosuficientes, y maquinaria que responde a tus golpes como si dijera: “Sí, estamos aquí… pero no para ti”.

¿Quién entra en el búnker?

  • Políticos con más trajes que ideas.
  • Científicos que saben cómo reiniciar el WiFi del universo.
  • Multimillonarios que creen que el fin del mundo es una oportunidad de networking.
  • Algún médico, por si alguien se resfría en el apocalipsis.
  • Y tú… bueno, tú puedes mirar desde fuera y aplaudir.

 

NASA: “Prepárense todos” (pero todos no caben)

Conversación con el Oráculo Espacial

“Evento solar de magnitud inusual podría afectar infraestructura crítica.” Yo: “¿Eso incluye mi router o solo los satélites del Pentágono?” NASA: “Prepárense todos.” Yo: “¿Todos como en ‘todos los ciudadanos’, o todos como en ‘todos los que tienen acceso directo al presidente’?”

En este capítulo, la NASA no es una institución. Es una voz en off, un personaje que aparece entre líneas, que habla en acrónimos y que nunca responde del todo. Es el oráculo del apocalipsis elegante, el poeta del desastre técnico.

Cada advertencia suya se convierte en diálogo, en réplica, en ironía. Porque mientras ellos bajan al búnker, tú buscas linternas en Amazon. Y mientras ellos revisan filtros de aire, tú revisas tu currículum.


El horóscopo de los poderosos

La NASA lanza frases como “prepárense para lo que podría llegar a corto plazo” justo después de mostrar imágenes de nebulosas preciosas. Es como si dijeran: “Miren qué bonito es el universo… antes de que nos aplaste”. Pero no te preocupes, no es para alarmarte. Es para que, cuando ocurra, puedan decir: “Ya lo avisamos”.

La NASA no grita, susurra. No advierte, sugiere. Sus comunicados parecen escritos por poetas con doctorado: “Anomalías geomagnéticas”, “fluctuaciones solares”, “eventos de baja probabilidad pero alto impacto”. Traducción: algo viene, y no es para todos.

Porque cuando la NASA dice “prepárense”, no está hablando de linternas y agua embotellada. Está hablando de coordenadas, de listas cerradas, de puertas que se cierran bajo tierra.

Conversación con el Oráculo

NASA: “Evento solar de magnitud inusual podría afectar infraestructura crítica.” Yo: “¿Eso incluye mi router o solo los satélites del Pentágono?”

NASA: “Prepárense todos.” Yo: “¿Todos como en ‘todos los ciudadanos’, o todos como en ‘todos los que tienen acceso directo al presidente’?”

NASA: “Fluctuaciones solares podrían alterar sistemas de navegación.” Yo: “Perfecto. Justo cuando iba a subir mi currículum al portal de empleo.”

NASA: “Anomalía geomagnética detectada en el hemisferio norte.” Yo: “¿Eso significa que debo cancelar mi cita con el dentista o que ya están bajando al búnker?”

El apocalipsis elegante

La NASA no es solo una agencia espacial. Es el tarot de los tecnócratas. Cuando dice “prepárense”, no está hablando de ti. Está hablando de ellos.

Sus comunicados suenan como poesía técnica:

“Evento solar de magnitud inusual con potencial disruptivo en infraestructura crítica.” Traducción: “Ya están bajando al búnker.”

Y mientras tú buscas linternas en Amazon, ellos revisan los filtros de aire de su spa subterráneo.

 

Silencio institucional: el nuevo lenguaje de la exclusión

Si escuchas ruidos bajo tierra, vibraciones o golpes que responden… no es tu imaginación. Es el progreso, cavando su refugio. Y si nadie te lo explica, es porque no estás en la lista. La transparencia es para los boletines meteorológicos. Las obras titánicas se hacen en la sombra, con permisos que no necesitan explicaciones.

Y si los elegidos no son los mejores?

Si el futuro depende de 100 personas en un búnker… ¿quién decide? ¿El más útil? ¿El más obediente? ¿El que tiene más seguidores en TikTok?

Quizás deberíamos preocuparnos menos por quiénes entran, y más por qué tipo de personas van a reconstruir el mundo. Porque el verdadero filtro no está en los privilegios de quienes cruzan la puerta del búnker, sino en los valores y las destrezas de quienes sobreviven dentro.