“El escéptico higiénico”
Don Inmunote, empresario
exitoso, experto en bolsa, Master en Contagio… hombre de negocios brillante
y portador orgulloso de varios doctorados (en economía, administración y
egolatría aplicada), caminaba por la oficina con paso triunfal. Su lema era tan
firme como su apretón de manos, pero convencido de que “las bacterias son cosa
de débiles”. Solo se lava las manos si hay grasa visible o si toca algo “más sucio
que él”. Su Frase célebre: “Si no lo veo, no existe. Y si existe, que
se enfrente a mi sistema inmunológico campeón.” O “Si no lo veo, no lo
lavo. Y si lo lavo… ¿no estaré exagerando?”
Cada mañana, compartía
bizcochos con sus colegas mientras se rascaba varias veces los orificios de su
nariz y una oreja con la misma mano que luego usaba para servir café. En su
despacho, una servilleta ligeramente arrugada guardaba los ecos de múltiples
meriendas, saludos y decisiones bursátiles.
Todo iba bien… hasta que
empezó a sentir su estómago como si cotizara en baja.
Fue entonces cuando apareció
él: Dr. Salvapylórico, especialista en higiene gástrica, defensor de la
prevención invisible y antagonista natural de los héroes descuidados.
—“Buenos días, Don Inmunote.
¿Le parece normal que esta servilleta esté organizando una fiesta bacteriana?”
El empresario la miró con
desdén.
—“Yo tengo tres Doctorados.
Los microbios no se atreven conmigo.”
Salvapylórico proyectó una
animación holográfica en la pared. Se veía H. pylori, estafilococos y
una banda de villanos microscópicos bailando Merengue sobre una taza
compartida. Uno gritaba: “¡Hoy comemos mucosa gástrica, papi!”
El silencio en la sala fue
absoluto… salvo por el sonido de una rascada nasal.
“La ignorancia microscópica no te hace inmune. Te hace
vulnerable.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario