Hay noticias que no buscan
atención, pero la merecen. No se disfrazan de escándalo ni de urgencia.
Simplemente existen. Y si uno está lo bastante despierto, lo bastante sensible,
se detiene.
Eso me ocurrió al leer una
publicación de AstroAventura.net... El titular decía que la Tierra había girado
más rápido de lo habitual el 5 de agosto de 2025. 1,25 milisegundos
menos. Un suspiro. Un parpadeo. Nada que el cuerpo humano pueda notar. Pero
suficiente para que yo lo sintiera.
¿Por qué me detuve?
Porque en medio de la
velocidad cotidiana, esa noticia me obligó a frenar. No por el dato técnico,
sino por lo que representa. Me hizo pensar en cómo vivimos acelerados, sin
saber si es el mundo el que corre o somos nosotros los que no sabemos parar.
La publicación explicaba que desde 2020, la rotación terrestre muestra una tendencia persistente a acelerarse. Y lo más inquietante: nadie sabe por qué. La Luna, que durante milenios ha ralentizado el giro del planeta, parece haber perdido su influencia. Algo ha cambiado. Algo que no vemos, pero que ocurre.
Lo invisible que nos
mueve
Ese cambio imperceptible me
hizo pensar en todos los movimientos que nos afectan sin que los notemos. En
cómo el tiempo, aunque medido en segundos, también se siente en el alma. En
cómo la ciencia, por más que avance, sigue enfrentándose a lo desconocido.
Y en ese misterio, encontré
una pausa. Una rendija por donde mirar. No para entenderlo todo, sino para
aceptar que hay cosas que no se explican, pero que sí se sienten.
AstroAventura.net: más
que una fuente, una invitación
La web no solo me informó. Me
invitó a reflexionar. A leer despacio. A comprender de forma simple algo
complejo. A conectar lo físico con lo simbólico. Porque cuando la Tierra
acelera, quizás lo que necesitamos no es correr con ella, sino detenernos
y escuchar.
“El misterio no está en lo
que no sabemos, sino en lo que no sentimos.”
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