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viernes, 12 de septiembre de 2025

Papeles y Papeos

 

 Microescena en un estanco existencial

 

Personajes:

  • P. (protagonista lúcida, con tarjeta de tranvía en mano y paciencia en reserva)
  • Vendedora de tabaco (voz dulce, mirada etérea, promotora de fantasías aromáticas)
  • Cliente 1, Cliente 2… (víctimas del encantamiento)

[Escena: Estanco con cola hasta la calle. P. espera. La vendedora atiende a cada cliente como si estuviera vendiendo sueños en lugar de tabaco.]

Vendedora (con voz de anuncio de perfume): —¿Ha probado el nuevo papel de mango silvestre con toque de vainilla? Es como besar el Caribe en cada calada…

Cliente 1 (hipnotizado): —¿Y ese que huele a mojito? Vendedora: —Ese es como una fiesta en el paladar. Sin resaca.

Cliente 2: —¿Tiene uno que sepa a bosque? Vendedora: —Claro. “Bruma de pino”. Ideal para fumadores con alma de druida.

[P. avanza lentamente en la cola, conteniéndose. Mira su tarjeta del tranvía. Mira la vendedora. Mira el universo.]

P. (cuando por fin llega al mostrador, con tono sereno pero afilado): —Buenos días. Vengo a recargar la tarjeta. Y a decirle algo que me he estado tragando durante veinte minutos.

Vendedora (sonriente): —Claro, dígame.

P. —Usted tiene una voz que podría vender paz mundial. Pero la está usando para vender humo. Literalmente. —¿No cree que, si queremos que la gente deje de fumar, deberíamos dejar de envolver el tabaco en fantasías tropicales?

Vendedora (titubea): —Bueno… es que hay que ofrecer variedad…

P. —Variedad sí. Pero no carnaval. No spa aromático. No “besos de mango”. —Esto no es una tienda de chicles. Es un estanco. Y cada papel que usted vende con voz de sirena, es una invitación a seguir en la adicción con sabor a cuento.

[Silencio incómodo. Cliente 3 se replantea su compra de “papaya mentolada”.]

P. (mientras paga): —Gracias por atenderme. Y por escuchar. —Ah, y si algún día venden papeles con sabor a realidad… avíseme.

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