El Pomo Traidor
Una historia de lavados impecables y errores de agarre
En el Centro Sanitario de las
Ilusiones Limpias, todo estaba diseñado para promover la higiene. Carteles
inspiradores, jabón con aroma a mandarina y secadores de aire capaces de
despeinar a una medusa.
Los profesionales se lavaban
las manos como si fueran preparándose para cirugía de unicornios. Entraban al
baño, ejecutaban el lavado OMS: dedos, palmas, muñecas, uñas,
pulgares… ¡todo impecable!
Y luego… lo arruinaban.
El pomo de la puerta,
metálico, reluciente y ubicado a la altura perfecta para una agarrada segura,
esperaba con paciencia bacteriológica. No hacía ruido, no gritaba… sólo
acumulaba huellas de quienes no se lavaron antes de salir.
Lucía, la enfermera modelo de
higiene, salía orgullosa de su lavado completo. Agarraba el pomo. CLACK.
En ese instante, su limpieza se transformaba en abrazo microbiano…mientras el
pomo se reía por dentro.
“Los lavados humanos no me
impresionan. Soy el puente entre la ilusión y la infección.”
Pasaban las horas. Se lavaban
las manos. Agarraban el pomo. Nivel bacteriano: en ascenso. Número de diplomas
en el edificio: 46. Número de pomos desinfectados: 0.
Lavarse las manos… para tocar
el pomo traidor. Brillante El sarcasmo está en el diseño. La infección, en
la rutina.
Ese día, el Dr. Salvapylórico
instaló dispensadores de papel en la salida del baño, justo antes del pomo. Don
Inmunote protestó:
¿Acaso el papel también tiene
doctorado?, No, pero a diferencia de muchos, sí sabe proteger.
Ficha rápida del relato. Elemento central: Pomo defectuoso en espacios de servicio.
Gira humorística: Sabotea la rutina en restaurantes, cafeterías, comercios y hospitales a través del más humilde acto: abrir la puerta
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