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sábado, 2 de enero de 2021

Sonata para elefantes

 

La conducta y respuesta de ciertos animales al  oír música clásica sugiere que son inteligentes y sienten. Ejercen recato y atención, el mismo respeto y acatamiento que el que procesamos los humanos ante un concierto de música clásica.

Visualizado un video de youtube me sentí cautivada al ver el comportamiento de un elefante en campo abierto escuchando la música clásica interpretada por un pianista. Sentí ser invitada a compartir un mismo sentir, la misma emoción.

La armonía de notas musicales imanta su copioso cuerpo. Se dirige sigiloso, con la cabeza baja y tiernamente “como evitando romper el delirio capaz de hacer vibrar sus emociones” vaga con paso delicado y, como si sus sentidos hubieran traspasado un horizonte y se hallara cercado en un lugar inhóspito, queda sumido en una pócima abismal.  Millones de fibras nerviosas de colosales orejas conmueven sus neuronas. Segundos después, en calmoso silencio se aproxima poco a poco y, sin llegar a rozar el piano e intérprete plácidamente queda minutos observando la imagen del autor.

Respetuosamente, taciturno, la melodía lo empuja a danzar y balancear sutilmente su cuerpo. Mueve su cabeza con particular meneo y mientras zapatea dúctilmente sacude sus grandes orejas mientras una y otra vez su “probóscide” único órgano móvil expresa en silencio el único lenguaje que puede transmitir. Enrosca y golpea suavemente su trompa una y otra vez sobre la hierba mientras su colosal figura da breves y delicados pasos uniéndose al mismo compás.

Su inteligencia discierne el momento, su intensa inquietud profundiza dentro de su ser. Conmovido, ante la incapacidad de poder expresar lagrimea al igual que llora el ser humano al sentir la emoción ante notas musicales capaces de adentrarse en lo profundo del  alma.

 

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